martes, 12 de octubre de 2010

Mis Primeros Amigos

En nuestros días es difícil suponer que a alguien le regañen o castiguen por estar leyendo por los rincones. En mis tiempos también era extraño, pero a mi me pasaba.
Si mi madre me mandaba hacer alguna tarea doméstica, yo siempre tenía un cuento o una novelita escondida para terminar de leerla. Castigos y broncas por ese motivo, me he llevado unas cuantas en mi vida. Pero supongo que las historias para mí, son como ahora los videojuegos, que no puedes parar de jugar hasta pasar al siguiente nivel, y al siguiente etc. Para mi, pasar de un capitulo a otro, era el nivel que tenía que alcanzar para saber si el patito se convertía en cisne, si el gigante dejaba jugar a los niños en su jardín, si el emperador se daba cuenta de que andaba desnudo por el palacio, o si Rapunzel tras bajar de la alta torre se dejaba el pelo corto por siempre jamás.


Los mayores culpables, fueron los hermanos Grimm, ellos eran especialistas en buenos comienzos y tramas increíbles, también Andersen tubo su parte de culpa , luego con el tiempo Disney rompió todos los esquemas de los cuentos, con canciones ñoñas y finales adecuados.


Pero los cuentos no tenían finales felices, ni en ocasiones principio, en la mayoría de ellos se habla de personajes aterradores, gnomos, brujas, demonios, ondinas, animales parlanchines, objetos malditos etc.… Bien mirado aquellos cuentos eran peores que las historias de Stephen King. Pero como hablaré de el más tarde, por ahora me quedo con los cuentos.
Niños forzados a trabajar a muy temprana edad, o abandonados en los montes, princesas obligadas a casarse sin amor, o encerradas en torres de por vida, pequeñas internándose solas por los bosques con temor de lobos y leñadores, que yo ahora que lo pienso, seguramente serían peores estos últimos. La verdad es que aquellos cuentos como vulgarmente se dice “acojonaban” bastante. Pero para una mente tan voraz como la mía, eran el maná en el desierto, cada personaje nuevo que llegaba a mi vida, se convertía en un amigo, un aliado, alguien con el que pasar un rato divertido y ameno aunque fuese tejiendo seis camisas de velloritas para seis príncipes convertidos en cisnes.

Aquellos primeros amigos, siempre me acompañaron, y ahora, pasados los años, sigo manteniendo la ilusión de tenerlos conmigo.

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Un verdadero amigo es alguien capaz de tocar tu corazón desde el otro lado del mundo.