Érase una vez un príncipe azul, pero no un príncipe de esos de los cuentos, que luego no son azules ni nada, este era azul, como el cielo cuando estaba de buenas y marino cuando se encontraba de malas.
El príncipe, estaba un poco harto de ser así, multitud de princesas querían casarse con él, aunque claro, pensaban que sus futuros hijos, serian como el Pendón Real, a rayas azules y blancas
El caso, es que el príncipe, contaba con tres hadas madrinas, estas, eran un poco picaruelas, y algunas veces, tomaban a broma su condición de Azul.
Ocurrió que, un buen día, una princesa pasó por el reino, buscando un marido que le ayudara a gobernar su país, cuando conoció a Azul, se enamoró perdidamente de él, pero al tratar de acercarse, un sarpullido, le subió por todo el cuerpo.
Llamaron a los galenos más famosos, pero ninguno supo por qué la princesa tenía alergia al príncipe, y lo que es peor, nadie le daba ningún remedio.
Por fin, las tres hadas madrinas, dieron con la solución.
Si la princesa conseguía tres cosas por las que se amara, y se odiara a la vez, podría estar junto a su amado, sin ningún problema. Pero claro, tampoco iba ha resultar tan fácil, aunque las hadas le dieron algunas pistas.
El hada Rubí, dijo que una de las cosas sería igual que la piedra que colgaba de su cuello y que ella misma había tomado como nombre. El hada Esmeralda propuso que buscase algo verde y el hada Topacio se decidió por el color amarillo.
Así pues, la princesa se puso a buscar y buscar, por todos los rincones, por los altos y los bajos, entre libros y cazuelas. Pero nada, no tuvo suerte, y al cabo de cierto tiempo, se le agotó la paciencia.
Azul estaba desesperado, pues el también amaba a la princesa y le apetecía mucho gobernar en su bonito reino, pero su sarpullido le ponía de los nervios, así que solo hablaban a través de un artilugio, que en el futuro se llamaría “Teléfono celular”, pero que en este tiempo simplemente le decían “Cachivache”.
Pasaron unas cuantas semanas, y la princesa se hallaba muy ocupada bordándose el ajuar a punto de cruz, cuando se pinchó con la aguja. De su dedo brotaron unas diminutas gotas de sangre. Entonces el hada Rubí se apareció de repente asustando a la princesa.
_Veo que ya has encontrado una de las tres cosas que hacen que se ame y se odie a la vez.
_ ¿Esto? – Preguntó la joven asombrada.
_ ¡Si! _ Contestó Rubí _ El poder de la sangre, a veces hace que se odie y se ame a la vez.
_ ¡Oh!- exclamó la princesa, y contenta con su hallazgo se apresuró a llamar a su amado a través del “Cachivache” y este se puso loco de contento.
Otro día, la princesa, mirando por la ventana, sintió envidia de los pájaros, que con sus revoloteos y trinos alegraban la tarde; y le pareció como si su tez, se fuese poniendo verde.
Llegó el hada Esmeralda y le dijo:
_Veo que has encontrado otra de las tres cosas que hacen que se ame y se odie a la vez.
_ ¿Esto? _ Preguntó la joven asombrada (otra vez).
_ ¡Sí! _ Contestó Esmeralda, es la envidia y su poder hace que se ame y se odie a la vez.
_ ¡Oh! _ Exclamó la princesa, feliz y contenta, y cogiendo el “Cachivache” habló con el príncipe largo y tendido.
Azul se sentía feliz, porque su amada había encontrado ya dos de las cosas que necesitaba para casarse con él, pero aún le faltaba una y hasta encontrarla su felicidad no sería completa. Así que mientras esperaba le mandó un anillo de oro en prueba de su amor.
Cuando la joven lo recibió, se presentó Topacio y le dijo:
_ Veo que tienes en tus manos la tercera cosa que hace que se ame y se odie a la vez.
_ ¿Esto? _ Preguntó la princesa (como os habréis dado cuenta esta era muy cortita y como las hadas siempre repetía lo mismo).
_ ¡Sí! _ Contestó Topacio el oro quizás sea la más importante de las tres, por obtenerlo se ama y se odia a la vez.
_ ¡Oh! _ Volvió a repetir la princesa _ llamaré a Azul en el acto.
Y usando el “Cachivache” habló con su amado hasta quedarse sin saldo. (El saldo son los doblones, que te cuesta mantener el “cachivache”).
Así, que una vez resuelto el problema, y tras el papeleo que supone una boda de tan alta envergadura. Azul se casó con su princesa y esta se pudo poner bien cerca del joven, que no le salía sarpullido ni nada, aunque en ocasiones este empezaba a tener un tono más oscuro y entonces la princesa se iba de compras.
Pasado el tiempo, el reino se empobreció, pero Azul y su esposa, patentaron el “Cachivache” y se hicieron multimillonarios.
Ufff!!! esos ojos azules que me vuelven loca |
Querida Jota, tienes mucho mérito, podíamos buscar en internet, este fantástico medio, 4 fotos, copiar un par de versos, algún relatito, o como mucho hacer una composición de bodegón con flores o algún cachivache de líquidos y zas!!! montar entradas y entradas... nada de estrujar la materia gris... la verdad... no sé por qué te esfuerzas tanto, por qué utilizas tu imaginación y por qué te esfuerzas... debes hacer lo que yo hago... copiar.
ResponderEliminarEs valeroso tu esfuerzo, debe tener una gran recompensa y sin embargo obtiene mi simple comentario porque me faltan recursos (es que no sé de dónde puedo copiarlos que si no!!!) para alabar tu trabajo, para aplaudir tu inventiva, para exaltar tu gracia!!
Jota, eres una madreperla en un mar que no sé si es océano o simple riachuelo y en el que nos estamos hartando de nadar, a veces contracorriente, a veces solas y las más de las veces con deuda de oxígeno... pero hoy... hoy es tu día... ¡¡Enhorabuena porque tú sí sabes ganarte el blog con tu inventiva!!
Bss... mi amiga y mi tesoro... da gusto venir a nadar a tu charco.
PD perdona si sueno algo despiadada pero a veces me descontrolo porque se me pierde mi jáquima!!
Llevo una hora pensando en que poner en el comentario. Y es porque me has dejado sin palabras. Me ha encantado la historia y tu sencillez para contarla. Sobre todo esto último, porque a veces nos perdemos buscando palabras rimbombantes, desconocidas, para que quede más bonito y ocurre todo lo contrario. En cambio, tu sencillez me ha atrapado y me has dejado sin poder escribir nada. ¡Felicidades por ese talento, guapa!
ResponderEliminarBesotes!!!
Qué buen relato, mi querida, en su sencillez está la gracia, nada de complicarse la vida, allí está la belleza del talento, y de los ojos ni hablemos, que también me ganan los azules ;)
ResponderEliminarBesos,
Aglaia.
Jota, ven al Jardín, estamos de fiesta!!
ResponderEliminarhttp://caridad65.blogspot.com/2011/06/el-club-de-los-pololos-en-el-jardin.html