miércoles, 16 de marzo de 2011

VOLVER A SOÑAR


         Dicen que a partir de la adolescencia, a los adultos nos está vedado soñar. Es el peaje de la edad madura, por eso intento escribir, para volver a soñar, a soñar que sueño.
         Hay una palabra para definir mis fallidos intentos de planeo sobre una hoja  en Blanco, porque la ineptitud también es una palabra cruel. Escribir y romper lo escrito, romper y volver a escribir, como un bebé que torpemente y con piernas temblorosas intenta una y otra vez la autonomía de caminar solo. Caerme y levantarme, levantarme y… volver a caer.
         Los nacidos bajo el signo del toro, tenemos muchas cualidades y defectos pero eso sí tenemos infinita paciencia.
         Soy una mujer normal, de las que uno se encuentra por todas partes y precisamente por ello, o para dejar de serlo, acaparo cuantos libros puedo leer, con el ansia, tal vez de poder algún día encontrar en ellos la fuerza que me lleve a emular a aquellos que los escribieron.
         A sí que, sin más, me apunté a unas clases de literatura.
        
 Párvula y escandalizada, como quién ingresa en una sociedad secreta, inicio mi viaje de regreso a ninguna parte hacía el lugar donde se vuelve a soñar pasados los quince años, clandestina y torpemente veo el tiempo demorado delante del profesor que nos introduce a la actividad.
         Detenidos todos los relojes del mundo, siento como se desliza la tinta sobre el papel, a huir no se como ni por qué, a dejarme llevar por la exquisita sensación de rellenar cuartillas con mis sueños, escribir es soñar, escribir es soñar me repito, por fin me deslizo sobre la amplitud del tema propuesto, patino sobre esta sociedad secreta impuesta por mis ansias de emular, a tantos y grandes escritores, mi mano se desliza sobre el papel, sin control, a pesar de algunas pequeñas vacilaciones sin importancia, afortunadamente, no hay testigos que puedan ver mi espíritu que llora y ríe al mismo tiempo… por qué puedo ¡si! Las palabras me conceden unos segundos de su tiempo, podría escribir hasta el último aliento.
         Cierro los ojos apresando esta sensación para poder guardarla en un bolsillo y llevármela luego a todas partes ¡que nadie me robe el inmenso triunfo de haberlo logrado!
        
 Acabo de descentrarme, ha sido en décimas de segundo pero tengo el tiempo suficiente para saber que acabo de perder el control, la acción se ralentiza y todo sucede en una moviola de sensaciones donde puedo anticipar que ya no fluyen mis ideas, incluso preveo la risa nerviosa que me sobrevendrá al verme abatida…tenía que suceder, aunque no es un duro golpe, incluso resulta lírico.
 Brota la carcajada, incluso la risa floja de verme como un patito torpe que ha extraviado a su mamá.
         Solo cuando dejo de lamentarme y dejo el bolígrafo sobre la mesa, me invade la obscena belleza del momento presente. El eco de la nada, la carcajada del silencio, el paréntesis del día, descubro que estoy acudiendo a una cita con la ausencia de sonido…
        

 Me doy cuenta de que la clase, hace rato que ha terminado, me dispongo a recoger mis bártulos y en un par de minutos después, con un desajuste en los músculos nacido de la mala postura con la que he castigado mi cuerpo durante dos horas, con las neuronas cansadas, sentada en mi cafetería favorita, el  camarero me pregunta, lo que quiero tomar. “Un café, con leche templada por favor” y cuando gira y me vuelve la espalda, noto su pensamiento. Se que sabe, los dos sabemos que no he conseguido llegar a soñar como a los quince años. Ni lo conseguiré nunca. Pero ¿A quién le importa volver a soñar con los quince? Si con un bolígrafo y un papel, puedo llegar a ser cualquier persona de este mundo.



4 comentarios:

  1. Preciosas y sabias palabras, linda, tal como lo veo yo también, y lo has descrito de un modo exquisito.

    ¿Qué sería de nosotros sin soñar? No existe la edad para ello, solo la imaginación y nuestros sueños, justamente :)

    Un beso.

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  2. No sé de qué mente calenturienta ha salido lo de que después de una cierta edad están vetados los sueños...
    Menos mal que tú has defendidido la teoría contraria mejor que lo hubiera hecho yo y además de la forma más bella posible.

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  3. Hermosas palabras, amiga querida... Yo también defiendo nuestro derecho eterno a seguir soñando, y expresar con nuestra voz el contenido de esos sueños. Besos enormes!

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  4. Qué palabras tan hermosas, llenan mi corazón..
    ha sido una delicia estar aquí contigo,
    un gran abarzo,
    te deseo una primavera maravillosa..
    abrazo

    gracias por tus palabras

    eljardindemiduende

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Un verdadero amigo es alguien capaz de tocar tu corazón desde el otro lado del mundo.