Otra gran escritora y poeta nacida en el mes de las flores, fue la
malograda Alfonsina Storni, que nació el 29 de de mayo de 1892 contra lo que
suponen algunos de sus muchos fans, vino a la luz en Sala Capriasca Suiza, aunque con nacionalidad
Argentina pues su nacimiento solo fue debido a que sus padres se encontraban en
el país alpino, por motivos de trabajo.
Sus progenitores, dueños de una cervecería, en San Juan,
regresaron a Suiza en 1891. Y en 1896 volvieron a Argentina, junto con la pequeña
Alfonsina. Fue en San Juan donde asistió al Jardín de Infantes y desarrolló la primera
parte de su niñez. A principios del siglo XX la familia se mudó a Rosario,
donde su madre fundó una escuela domiciliaria, y su padre instaló un café cerca
de la estación de ferrocarril Rosario Central. Alfonsina se desempeñó como
camarera en el negocio familiar, pero este trabajo no la satisfacía en
absoluto, se independizó y consiguió empleo como actriz.
Se la conoce principalmente por sus poemas, aunque su prosa,
feminista, nos indica la lucha de la autora por la igualdad entre el hombre y
la mujer. Según los críticos, su originalidad revolucionó la literatura en
Latinoamérica.
Se puede dividir su obra en dos fases, una más romántica, que
trata el tema del amor desde el punto de vista un tanto erótico y sensual,
aunque con cierto resentimiento hacia la figura masculina, y una segunda en la que deja de lado ese erotismo y nos
muestra todo desde un punto de vista más abstracto a la vez que reflexivo.
También se reflejan en sus composiciones tardías, la enfermedad que padeció
durante gran parte de su vida, (Cáncer de mama) y muestran la espera del punto
final de su existencia, expresándolo mediante el dolor y el miedo.
Se suicidó el 25 de octubre de 1938 a los 46 años, versiones un
tanto románticas, indican que se internó lentamente en el mar. Aunque la
versión oficial, dice, que se arrojó por una escollera del Club Argentino de
Mujeres, sea como fuere, el Mar del Plata le arrebató la existencia, dejando un
legado de poemas, y palabras, que nos indican la calidad del ser humano que
llegó a ser.
Hay unas palabras, que ella escribe, de su infancia, que dicen;
“Estoy
en San Juan, tengo cuatro años; me veo colorada, redonda, chatilla y fea.
Sentada en el umbral de mi casa, muevo
los labios como leyendo un libro que tengo en la mano y espío con el rabillo
del ojo, el efecto que causo en el transeúnte. Unos primos me avergüenzan
gritándome que tengo el libro al revés y corro a llorar detrás de la puerta.”
Quizás, no sé por qué se me antoja que muchos de nosotros
hicimos lo mismo, a lo largo de nuestra infancia, pasando por ser más
interesantes, con los primos, o con los hermanos y cogiendo los libros del
revés, personalmente me ha pasado, quizás por eso me siento muy identificada
con esta autora en particular.
Dicen los que la conocieron en su niñez, que era una chica
curiosa y que hacía muchas preguntas, imaginaba mucho y era un poco
mentirosilla. Sus progenitores tuvieron serias dificultades para enseñarle a
decir la verdad. Se inventaba todo tipo de cosas, incendios, robos, crímenes,
quizás estaba forjándose como escritora, y era su manera de empezar, sea como
fuese no podemos juzgarla, pues todos hemos mentido de pequeños y nos hemos
inventado todo tipo de cosas (algunos lo siguen haciendo de mayores, y encima
son los que dirigen nuestras vidas, pero eso es otra historia).
Una infancia dura, con un padre alcohólico y un dinero que no
llega a cubrir las necesidades, a los doce años, escribe su primer verso.
“A
los doce años escribo mi primer verso. Es de noche; mi familia ausente. Hablo
en él de cementerios, de mi muerte. Lo doblo cuidadosamente y lo dejo debajo
del velador, para que mi madre lo lea antes de acostarse. El resultado es
esencialmente doloroso; a la mañana siguiente, tras una contestación mía levantisca,
unos coscorrones frenéticos pretenden enseñarme que la vida es dulce. Desde
entonces, los bolsillos de mis delantales, los corpiños de mis enaguas, están
llenos de papeluchos borroneados que se me van muriendo como migas de pan…”
Sé que he puesto ya que me siento identificada con la autora,
recuerdo incauta de mi, mi primer cuento, que le dejé a mi madre con la
felicidad de que fuese mi primera lectora, ella, lo leyó, lo rasgó en cien
pedazos y me dijo, que lo que tenía que hacer es dejarme de historias y hacer
algo de provecho, (coscorrones incluidos,) así que tal vez, seamos un par de
almas gemelas, aunque quiero pensar que le pasó a más gente.
Mientras Alfonsina, que estaba un poco harta de las tareas domésticas,
de las costuras y de ayudar en todos los menesteres del hogar, cosa que no le
reportaba ni dinero ni alimento para su alma, dictaba clases de recitado y de
buenos modales en la escuela de su madre. Una alumna suya, Amalia Medina, la
definió como una persona muy fina en su porte, en su bailar y en su mímica.
Aunque se la caracteriza como una persona delicada y cariñosa, hay testimonios
de algunos días, en los que la melancolía la dejaba encerrada en si misma y
cantaba canciones tristes y dolientes. (Pero eso nos pasa a muchas y muchos
también).
Tras muchas vicisitudes, y algunos tropiezos en la vida y en su carrera
como escritora, como también como ahora eran épocas de crisis, en las que la
poesía no alcanzaba para vivir.
Pero poco a poco se fue haciendo un hueco entre los escritores
de renombre, y nos dejó un legado maravilloso para todo tipo de sentimientos.
La Caricia Perdida
Se me va de los dedos la caricia sin
causa,
se me va de los dedos... En el viento, al pasar,
la caricia que vaga sin destino ni objeto,
la caricia perdida ¿quién la recogerá?
Pude amar esta noche con piedad infinita,
pude amar al primero que acertara a llegar.
Nadie llega. Están solos los floridos senderos.
La caricia perdida, rodará... rodará...
Si en los ojos te besan esta noche, viajero,
si estremece las ramas un dulce suspirar,
si te oprime los dedos una mano pequeña
que te toma y te deja, que te logra y se va.
Si no ves esa mano, ni esa boca que besa,
si es el aire quien teje la ilusión de besar,
oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos,
en el viento fundida, ¿me reconocerás?
se me va de los dedos... En el viento, al pasar,
la caricia que vaga sin destino ni objeto,
la caricia perdida ¿quién la recogerá?
Pude amar esta noche con piedad infinita,
pude amar al primero que acertara a llegar.
Nadie llega. Están solos los floridos senderos.
La caricia perdida, rodará... rodará...
Si en los ojos te besan esta noche, viajero,
si estremece las ramas un dulce suspirar,
si te oprime los dedos una mano pequeña
que te toma y te deja, que te logra y se va.
Si no ves esa mano, ni esa boca que besa,
si es el aire quien teje la ilusión de besar,
oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos,
en el viento fundida, ¿me reconocerás?
Frente al mar
Oh mar, enorme mar,
corazón fiero
De ritmo desigual, corazón malo,
Yo soy más blanda que ese pobre palo
Que se pudre en tus ondas prisionero.
Oh mar, dame tu cólera tremenda,
Yo me pasé la vida perdonando,
Porque entendía, mar, yo me fui dando:
«Piedad, piedad para el que más ofenda».
Vulgaridad, vulgaridad me acosa.
Ah, me han comprado la ciudad y el hombre.
Hazme tener tu cólera sin nombre:
Ya me fatiga esta misión de rosa.
¿Ves al vulgar? Ese vulgar me apena,
Me falta el aire y donde falta quedo,
Quisiera no entender, pero no puedo:
Es la vulgaridad que me envenena.
Me empobrecí porque entender abruma,
Me empobrecí porque entender sofoca,
¡Bendecida la fuerza de la roca!
Yo tengo el corazón como la espuma.
Mar, yo soñaba ser como tú eres,
Allá en las tardes que la vida mía
Bajo las horas cálidas se abría...
Ah, yo soñaba ser como tú eres.
Mírame aquí, pequeña, miserable,
Todo dolor me vence, todo sueño;
Mar, dame, dame el inefable empeño
De tornarme soberbia, inalcanzable.
Dame tu sal, tu yodo, tu fiereza.
¡Aire de mar!... ¡Oh, tempestad! ¡Oh enojo!
Desdichada de mí, soy un abrojo,
Y muero, mar, sucumbo en mi pobreza.
Y el alma mía es como el mar, es eso,
Ah, la ciudad la pudre y la equivoca;
Pequeña vida que dolor provoca,
¡Que pueda libertarme de su peso!
Vuele mi empeño, mi esperanza vuele...
La vida mía debió ser horrible,
Debió ser una arteria incontenible
Y apenas es cicatriz que siempre duele.
De ritmo desigual, corazón malo,
Yo soy más blanda que ese pobre palo
Que se pudre en tus ondas prisionero.
Oh mar, dame tu cólera tremenda,
Yo me pasé la vida perdonando,
Porque entendía, mar, yo me fui dando:
«Piedad, piedad para el que más ofenda».
Vulgaridad, vulgaridad me acosa.
Ah, me han comprado la ciudad y el hombre.
Hazme tener tu cólera sin nombre:
Ya me fatiga esta misión de rosa.
¿Ves al vulgar? Ese vulgar me apena,
Me falta el aire y donde falta quedo,
Quisiera no entender, pero no puedo:
Es la vulgaridad que me envenena.
Me empobrecí porque entender abruma,
Me empobrecí porque entender sofoca,
¡Bendecida la fuerza de la roca!
Yo tengo el corazón como la espuma.
Mar, yo soñaba ser como tú eres,
Allá en las tardes que la vida mía
Bajo las horas cálidas se abría...
Ah, yo soñaba ser como tú eres.
Mírame aquí, pequeña, miserable,
Todo dolor me vence, todo sueño;
Mar, dame, dame el inefable empeño
De tornarme soberbia, inalcanzable.
Dame tu sal, tu yodo, tu fiereza.
¡Aire de mar!... ¡Oh, tempestad! ¡Oh enojo!
Desdichada de mí, soy un abrojo,
Y muero, mar, sucumbo en mi pobreza.
Y el alma mía es como el mar, es eso,
Ah, la ciudad la pudre y la equivoca;
Pequeña vida que dolor provoca,
¡Que pueda libertarme de su peso!
Vuele mi empeño, mi esperanza vuele...
La vida mía debió ser horrible,
Debió ser una arteria incontenible
Y apenas es cicatriz que siempre duele.
Oh mar, enorme mar, corazón fiero
De ritmo desigual, corazón malo,
Yo soy más blanda que ese pobre palo
Que se pudre en tus ondas prisionero.
Oh mar, dame tu cólera tremenda,
Yo me pasé la vida perdonando,
Porque entendía, mar, yo me fui dando:
«Piedad, piedad para el que más ofenda».
Vulgaridad, vulgaridad me acosa.
Ah, me han comprado la ciudad y el hombre.
Hazme tener tu cólera sin nombre:
Ya me fatiga esta misión de rosa.
¿Ves al vulgar? Ese vulgar me apena,
Me falta el aire y donde falta quedo,
Quisiera no entender, pero no puedo:
Es la vulgaridad que me envenena.
Me empobrecí porque entender abruma,
Me empobrecí porque entender sofoca,
¡Bendecida la fuerza de la roca!
Yo tengo el corazón como la espuma.
Mar, yo soñaba ser como tú eres,
Allá en las tardes que la vida mía
Bajo las horas cálidas se abría...
Ah, yo soñaba ser como tú eres.
Mírame aquí, pequeña, miserable,
Todo dolor me vence, todo sueño;
Mar, dame, dame el inefable empeño
De tornarme soberbia, inalcanzable.
Dame tu sal, tu yodo, tu fiereza.
¡Aire de mar!... ¡Oh, tempestad! ¡Oh enojo!
Desdichada de mí, soy un abrojo,
Y muero, mar, sucumbo en mi pobreza.
Y el alma mía es como el mar, es eso,
Ah, la ciudad la pudre y la equivoca;
Pequeña vida que dolor provoca,
¡Que pueda libertarme de su peso!
Vuele mi empeño, mi esperanza vuele...
La vida mía debió ser horrible,
Debió ser una arteria incontenible
Y apenas es cicatriz que siempre duele.
Monumento conmemorativo a Alfonsina Storni frente al Mar del Plata. |
Adios!!!
Las cosas que mueren
jamás resucitan,
las cosas que mueren no tornan jamás.
¡Se quiebran los vasos y el vidrio que queda
es polvo por siempre y por siempre será!
Cuando los capullos caen de la rama
dos veces seguidas no florecerán...
¡Las flores tronchadas por el viento impío
se agotan por siempre, por siempre jamás!
¡Los días que fueron, los días perdidos,
los días inertes ya no volverán!
¡Qué tristes las horas que se desgranaron
bajo el aletazo de la soledad!
¡Qué tristes las sombras, las sombras nefastas,
las sombras creadas por nuestra maldad!
¡Oh, las cosas idas, las cosas marchitas,
las cosas celestes que así se nos van!
¡Corazón... silencia!... ¡Cúbrete de llagas!...
-de llagas infectas- ¡cúbrete de mal!...
¡Que todo el que llegue se muera al tocarte,
corazón maldito que inquietas mi afán!
¡Adiós para siempre mis dulzuras todas!
¡Adiós mi alegría llena de bondad!
¡Oh, las cosas muertas, las cosas marchitas,
las cosas celestes que no vuelven más! ...
las cosas que mueren no tornan jamás.
¡Se quiebran los vasos y el vidrio que queda
es polvo por siempre y por siempre será!
Cuando los capullos caen de la rama
dos veces seguidas no florecerán...
¡Las flores tronchadas por el viento impío
se agotan por siempre, por siempre jamás!
¡Los días que fueron, los días perdidos,
los días inertes ya no volverán!
¡Qué tristes las horas que se desgranaron
bajo el aletazo de la soledad!
¡Qué tristes las sombras, las sombras nefastas,
las sombras creadas por nuestra maldad!
¡Oh, las cosas idas, las cosas marchitas,
las cosas celestes que así se nos van!
¡Corazón... silencia!... ¡Cúbrete de llagas!...
-de llagas infectas- ¡cúbrete de mal!...
¡Que todo el que llegue se muera al tocarte,
corazón maldito que inquietas mi afán!
¡Adiós para siempre mis dulzuras todas!
¡Adiós mi alegría llena de bondad!
¡Oh, las cosas muertas, las cosas marchitas,
las cosas celestes que no vuelven más! ...
Ultimo poema atrivuido a la autora, recibido poco después de su trágica muerte. |
Espero
que hayáis disfrutado , un abrazo para tod@s.
“Yo no estoy y estoy siempre en mis
versos, viajero, pero puedes hallarme si por el libro avanzas dejando en los
umbrales tus fieles y balanzas: requieren mis jardines piedad de jardinero.”
Jota, que bella entrada, me he deleitado en la lectura de la vida de Alfonsina Storny, sus poemas inspiran y quedan en el alma.
ResponderEliminarGracias, tu siempre traes a tu blog lo mejor de lo mejor. Un abrazo,
Alfonsina logró lo que se propuso. Hoy es uno de los grandes iconos, no solo en Sudamérica, sino en el mundo de la lucha de la mujer por la igualdad.
ResponderEliminarGran post!
Un abrazo.
Hola, Jota
ResponderEliminarCuánto estoy aprendiendo contigo y gracias a ti en tu blog. Tuva una vida dura Alfonsina, y escribió unos poemas que llegan al corazón.
Besotes.
Qué bonita entrada para una gran mujer, nada más de ver su imagen me emociono.
ResponderEliminarTuvo una vida muy dura, es cierto, y aún así no dejó de crear joyas que perduran y lo seguirán haciendo por siempre.
Besos.
Es una persona que me atrae mucho en todas sus facetas.
ResponderEliminarMagnífica entrada.
"Las cosas que mueren jamás resucitan,
ResponderEliminarlas cosas que mueren no tornan jamás.
¡Se quiebran los vasos y el vidrio que queda
es polvo por siempre y por siempre será!"
Me encanta!! Mil gracias por esta preciosa entrada, Jota!!
Besines,
¡Gran entrada! De la vida de Alfonsia conocía poco, así que he aprendido mucho con ella. Y ha sido un gustazo volver a leer algunos de los grandes poemas de Alfonsina. Si es que emocionan, aunque ya los hayas leído tropecientas veces.
ResponderEliminarBesotes!!!
Aunque conocía algo de su poesía,me ha gustado mucho poder conocerla a ella que no podia ser de otra manera, que una mujer luchadora. Gracias Jota, besitos
ResponderEliminarBella Alfonsina, tan triste su historia. Conoces la cancion Alfonsina y el mar? Es una hermosa canción sobre su muerte. Qué linda entrada, me ha encantado leerte. Besos!
ResponderEliminarJota, me da miedo sentir sus versos como los siento... he dejado de leerlos por la mitad... ((creo que entenderás por qué, sí, sé que lo entenderás... gracias y besos))
ResponderEliminarSabés que ella vivió mucho tiempo en mi provincia, es más estudió de maestra en una localidad muy cercana a mi ciudad, la cual entrega un premio de poesía con su nombre y que mi mamá ganó hace varios años.
ResponderEliminarLa vida de Alfonsina es triste, sus poemas, preciosos.
La canción que le dedicaron en el disco Mujeres Argentinas, debe ser la más hermosa y melancólica.
"Te vas Alfonsina con tu soledad,
¿qué poemas nuevos fuiste a buscar?
Una voz antigua de viento y de sal
te requiebra el alma y la está llevando
y te vas hacia allá como en sueños,
dormida, Alfonsina, vestida de mar."
PD: mi perra se llama Alfonsina, por ella.
Besos.
Por lo menos supo darse cuenta y luchar por lo que queria, la poesia. Y dejarnos en ella odo tipo de sentimientos. Un bessito
ResponderEliminarCómo yo me perdí esta entrada!!!! Me encanta Alfonsina, y que triste su vida en aquella época!! Realmente un ejemplo.Un beso, qué blog tan bonito......
ResponderEliminarMe emocionó hasta las lágrimas su artículo sobre Alfonsina. Un rato antes había escuchado en youtube las versiones de "Alfonsina y el mar" de Mercedes Sosa y de Naná Mouskouri. Luego vinieron las imágenes en Google hasta aterrizar en su blog. Gracias por mis lágrimas. Lo único que deseo es que no se identifique en el epílogo que ella eligió. Martin
ResponderEliminarJota: tengo la impresión que vive usted en España. Yo le escribo desde Buenos Aires. Conozco la Provincia de San Juan, dónde se crió Alfonsina, y he veraneado en Mar del Plata desde que nací. Por supuesto estuve en su monumento, en la Playa La Perla, dónde se internó en el mar. Nuevamente, gracias. Martin
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